Guiomar Ciapuscio se doctoró en Lingüística, en la
Universidad de Bielefeld, Alemania. Es investigadora independiente del Conicet,
y profesora asociada de la cátedra de Gramática en la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Buenos Aires. Su área de investigación es la
Gramática y la Lingüística del Texto, y dirige proyectos del programa UBACyT
y Conicet que se centran en el estudio del texto académico-científico. Además de numerosos artículos
publicados en revistas nacionales e internacionales, ha escrito el libro Tipos textuales (Eudeba) así como Textos especializados y terminología, editado
en Barcelona por la Universidad Pompeu Fabra. |
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QV. ¿Dentro del amplio campo de la
lingüística, cuál es el área específica de su trabajo?
GC. Mi área de trabajo es la Gramática y la Lingüística del texto.
El interés por dilucidar la naturaleza y funcionalidad de ciertos fenómenos
lingüísticos se combinan, en mi caso, por una fuerte inclinación a estudiarlos
en contextos de uso especializados, es decir, en mi grupo trabajamos con
distintos tipos o géneros de textos que provienen del campo científico, tanto
escritos como orales.
QV. ¿Por qué el interés por lo que se
denomina “texto especializado”?
GC. A mi juicio, el texto especializado presenta un
territorio especialmente fértil para el estudio de distintas problemáticas
lingüísticas, como las estructuras argumentativas y explicativas, las
terminologías y la definición, los procedimientos metalingüísticos en general,
determinados espectros de verbos, como los modales, por ejemplo, entre otras
cuestiones.
QV. Perdón, ¿podría explicar qué son
los procedimientos metalingüísticos?
GC. “Metalingüístico” se refiere al lenguaje que se
emplea para hablar del lenguaje. Dado que en los textos científicos, en especial
en los divulgativos, las palabras generales de la lengua común coexisten junto
con terminologías especializadas, muchas veces se comentan, se definen o se
explican los términos que se emplean. Estas operaciones metalingüísticas, que
para nosotros son muy interesantes, no se dan con la misma intensidad y riqueza
en otros tipos de textos.
QV. ¿En qué puede mejorarse o
beneficiarse la actividad de la comunicación de la ciencia a partir de las
investigaciones lingüísticas que se están realizando?
GC. Indudablemente los resultados que proveen las
investigaciones lingüísticas pueden emplearse para la capacitación y el
mejoramiento de las prácticas orales y escritas de los científicos, tanto en su
lengua materna como en lenguas extranjeras. Por ejemplo, desde los años noventa
se vienen realizando muchísimas investigaciones en las áreas de la lingüística
textual y la lingüística aplicada sobre distintos géneros del discurso
científico, como el paper, la reseña
crítica, la conferencia. Especialmente en inglés, por su lugar absolutamente
dominante en la ciencia actual. Pero también en algunas lenguas como el alemán,
el español, el francés que, al menos en determinadas disciplinas, resisten el
embate anglosajón.
QV. ¿Esos estudios han producido
resultados?
GC. Sí, por supuesto. Muchos de ellos han permitido
conocer a fondo las particularidades retóricas y lingüísticas de esos géneros
que son fundamentales en la práctica científica. Un escritor o un hablante
informado y consciente de esas características esenciales producirá, sin lugar
a dudas, textos de mayor calidad y, por ejemplo, tendrá mayores chances de que
estos sean aceptados en revistas de circulación internacional con altas
exigencias no solo en cuanto a calidad de la investigación sino también en
cuanto a forma lingüística y retórica.
QV. ¿Hay grupos en el país, además del
suyo, que trabajen en estos temas?
GC. Sí, existen varios proyectos en desarrollo en el país
que realizan rigurosos estudios sobre el
artículo de investigación, la reseña crítica, los peer review. Por ejemplo, hay un grupo de la Universidad de Cuyo
que está estudiando el artículo de investigación en inglés de distintas
disciplinas; sobre esa base está
elaborando un programa de redacción asistida para facilitar la tarea de
investigadores argentinos que deben escribir en inglés. Se llama Grupo Redacte.
QV. Un nombre muy apropiado.
GC. Además, los resultados de la investigación
lingüística sobre las terminologías científicas también permiten otros desarrollos
aplicados, como diccionarios y glosarios especializados que recopilan y
sistematizan las terminologías de las distintas disciplinas, glosarios de
equivalencias para apoyo a la labor de traducción e interpretación, etc.
QV. En el ámbito de las ciencias
exactas, las llamadas ciencias duras, no siempre se conocen, porque tampoco
llegan a la prensa, las investigaciones que se realizan en el área de las
humanidades. En tal sentido quisiéramos que nos cuente qué investigaciones se
están haciendo en su disciplina, es decir, en el dominio de la lingüística.
GC. Bueno, la pregunta es muy amplia. De hecho, la
lingüística es una disciplina compleja, dado que su objeto, el lenguaje,
también lo es. Confluyen dentro de la lingüística intereses muy diversos:
líneas que podríamos definir con la controvertida metáfora que se aplica para
clasificar las ciencias en general, “duras” y “blandas”, con la conciencia de
que también en lingüística su empleo es controvertido.
QV. Empecemos por las duras.
GC. Por un lado, las lenguas naturales, pueden verse
como sistemas de elementos, de un elevado nivel de complejidad, compuestos por
subsistemas –el morfológico y el sintáctico, pero también el fonológico y el
semántico– cuyas unidades específicas se combinan a partir de conjuntos de
reglas particulares de cada subsistema. De esta manera, las lenguas son
complejos mecanismos que pueden desentrañarse y describirse a partir de
modelizaciones que intentan no sólo representarlos sino también explicar sus
principios de funcionamiento y su potente capacidad creativa. En este sentido,
puede hablarse de una línea muy amplia de investigaciones que se describen con
el rótulo de “Lingüística Formal”. Dentro de esta línea el paradigma dominante
sin lugar a dudas es la Gramática Generativa, que surge a partir de la obra de
Noam Chomsky, desarrollada a partir de 1957.
QV. ¿Qué postula esta teoría?
GC. La teoría de Chomsky postula la existencia de una
gramática universal, en el sentido de un conjunto de principios y parámetros
que serían patrimonio común de la especie, de carácter innato, cuyos valores
específicos se “fijan” o establecen a partir del input de la experiencia, el contexto lingüístico en que el niño
nace. De manera que sus estudios acerca de la competencia lingüística,
orientados a descifrar la particular combinatoria de cada lengua natural –en
sus distintos módulos- a partir de los postulados generales de carácter
universal, están ligados a una explicación o teoría de la adquisición
lingüística. Desde este punto de vista no pueden dejar de mencionarse los
vínculos de esta línea de pensamiento con los estudios de la neurobiología del
lenguaje, que tan eficazmente ha hecho conocer Steven Pinker, investigador del
MIT, en sus distintos libros. En especial, El
instinto del lenguaje.
QV.¿Y cuáles son las teorías que se
oponen a esta, o que admiten la denominación de “blandas”?
GC. Se trata de la gran línea, que suele describirse
como “funcionalismo”, y que alberga distintas direcciones de la lingüística. En
términos muy generales, se proponen explicar cómo se emplean las lenguas en
contextos naturales de uso por hablantes concretos. Así encontramos estudios
gramaticales y lingüísticos que focalizan sus trabajos en determinar qué tipo
de estructuras o elementos se emplean para alcanzar determinados fines o por
qué determinado tipo o género de textos hace un empleo intensivo de determinado
tipo de recursos. Los resultados de estos estudios, naturalmente, pueden
emplearse para capacitar y entrenar en la escritura de textos para distintos
propósitos específicos. Y también en géneros orales institucionalizados, como
entrevistas de trabajo, conferencias públicas, consultas de asesoramiento,
entre otros.
QV. ¿Hay líneas de trabajo
interdisciplinarias?
GC. Sí, claro. Hay todo un grupo de estudios que se
denominan “lingüística de guión”, o más tradicionalmente la “translingüística”,
que son la sociolingüística, la etnolingüística, la psicolingüística, la
lingüística histórica, entre otras. Aquí se emplean los conocimientos de la
lingüística para explicar problemas vinculados con temáticas de disciplinas
vecinas. La sociolingüística, por ejemplo, se pregunta acerca de qué variedades
lingüísticas emplean determinados grupos sociales, cómo se constituyen grupos
mediante la lengua, de qué manera la lengua aporta a la discriminación y el
rechazo del “otro”, qué papel juegan y cómo sobreviven las lenguas
minoritarias, etc.
QV.¿ Entonces la lingüística sería una
especie de “megaciencia”?
GC. Sin duda. Por un lado, se desarrollan
investigaciones de tipo formal, con sofisticadas modelizaciones del sistema
lingüístico y herramientas de la lógica y la matemática, que conciben “la
lengua” como un objeto de laboratorio, es decir, “in vitro”, aislado de su uso
en contextos reales. Por otro lado, una importante corriente está representada
por investigaciones de orden funcional, que emplean los insumos de la
pragmática, la sociología, la psicología, la historia cultural, y que definen
la lengua principalmente desde el punto de vista del uso por parte de hablantes
en el marco de contextos marcados social y culturalmente, es decir, como un
objeto “in vivo”.
QV. Una preocupación de algunos
científicos es la contaminación con el inglés que se observa en trabajos
escritos en español, y no sólo por la inclusión de palabras inglesas, sino
también porque se adoptan las estructuras del inglés. Por ejemplo el uso de los
adjetivos siempre adelante del sustantivo, o ciertas formas verbales, como las
pasivas. ¿Cuál es su opinión al respecto?
GC. La preocupación es genuina, claro está, se trata
de transferencias no deseadas que el individuo realiza debido a que, por su
actividad, está muy inmerso en la lengua extranjera. Por otra parte, ese
fenómeno, absolutamente usual y general en personas bilingües o plurilingües,
creo que puede verse acentuado en el caso del inglés y el español científico
por cuestiones vinculadas al tema del “prestigio lingüístico” y las
valoraciones sociales de las lenguas. Es posible que, en muchos científicos, la
convicción absoluta de la mayor importancia del inglés, en tanto la lengua de
la ciencia respecto del español, lleve a cierta
ligereza a la hora de elegir la mejor expresión lingüística cuando
escriben en español.
QV. Así como ciertos grupos étnicos,
por ejemplo los quechuas, defienden su identidad a través de su idioma y
costumbres ¿deberíamos nosotros defender nuestra identidad aunque entendamos
que para comunicarnos con el resto del mundo podemos usar un idioma diferente?
GC. Creo que esta es una de las temáticas actuales
más interesantes en la reflexión sobre el discurso científico-académico; la
pregunta acerca de si es inevitable que el inglés sea la lengua exclusiva de
las ciencias; qué papel cumplen las lenguas vernáculas de los investigadores no
angloparlantes; o si es posible que todas las ciencias –naturales, sociales y
humanidades- finalmente lleguen a publicar sus resultados solo en inglés. Estos
procesos lingüísticos que llevan a la dominancia de una lengua, y a la
declinación de otras, son muy complejos y responden a causas muy diversas.
Pensemos en el caso del latín y el griego, como lenguas científicas exclusivas
durante siglos, y su declinación y reemplazo a causa del nacimiento de las
naciones europeas y la jerarquización de sus lenguas vernáculas en los siglos
XVI y XVII.Y los importantes procesos de adaptación y normalización
lingüísticas para dotar al alemán y al francés de terminologías adecuadas para
la expresión de los conceptos científicos, a partir de las disponibilidades y capacidades
de su morfología y su léxico...
QV. Es decir que una política
lingüística puede influir en la dirección que a veces toman los hechos
históricos.
GC. Sin duda. Tenemos el caso de las lenguas
reprimidas o censuradas por largo tiempo, como el catalán, durante la etapa
franquista: solo cuando las condiciones socio-políticas y económicas
permitieron la puesta en marcha y ejecución de una política lingüística firme
de revitalización y ampliación léxica, el catalán comenzó a ser una lengua
idónea para los intercambios en ámbitos no cotidianos o familiares, como por
ejemplo el ámbito científico.
QV. Entonces ¿es positivo o negativo
este dominio que tiene el inglés en el discurso científico?
GC. Disponer de una “lingua franca”, como el inglés, para
las interacciones y discusiones en las distintas disciplinas, especialmente, en
las ciencias naturales y experimentales, es, sin lugar a dudas, un hecho
positivo que permite que investigadores hablantes de lenguas extremadamente
lejanas entre sí puedan intercambiar, discutir y producir nuevos conocimientos.
Sin embargo, en otras disciplinas, si bien el inglés es un recurso valioso para
la comunicación con los colegas, la diversidad lingüística y la producción en
la lengua original puede ser una necesidad intrínseca al ámbito de conocimiento
mismo, como la literatura y la lingüística. Pienso que siempre es más
interesante e inteligente tender a la diversidad –es decir, al bilingüismo o al
polilingüismo de los investigadores y académicos– que aceptar lo único, el
monolingüismo, sea cual sea la lengua del investigador.
QV. ¿Hay alguna iniciativa en el ámbito
académico que tienda a la defensa del español?
GC. Conozco algunas iniciativas novedosas, en este
sentido, como la de un grupo de investigadores de la filosofía de la UBA que
han formado asociaciones de filósofos latinoamericanos, una de cuyas banderas
fundamentales es defender el uso del español. Para contrarrestar el evidente
avance del inglés en su disciplina, por ejemplo, han decidido que todos los
congresos de la asociación que se realizan en nuestro continente tengan como
lengua de las presentaciones y discusiones el español.
QV. ¿Cómo se encuentra el desarrollo de
la lingüística en la Argentina en relación con el primer mundo?
GC. Calificaría el desarrollo de la lingüística en el país como digno.
Desde la recuperación de la democracia, la lingüística, como otras disciplinas
sociales y humanísticas, ha recibido el apoyo de distintas instituciones
públicas y privadas. Entre ellas la Fundación Antorchas, que tempranamente
apoyó el desarrollo de la disciplina con distintas becas y subsidios. Ya
tenemos una decena de lingüistas formados en importantes centros de Europa y
Estados Unidos, varias decenas de doctores en lingüística que realizaron sus doctorados
en el país y también especialistas que surgieron de las distintas maestrías y
carreras de especialización que existen hoy en varias universidades nacionales.
Hay grupos de investigación valiosos que trabajan en distintas corrientes de la
lingüística en las principales universidades del país y en los institutos de
investigación, sin lugar a dudas. Puede decirse que junto con preocupaciones de
índole básica que caracterizan a algunos grupos de investigación valiosos (en
las universidades de Buenos Aires, Comahue, Cuyo, Bahía Blanca) son numerosos
los equipos que tienen una fuerte vocación aplicada, con preocupaciones de
índole social: problemas de lectura y comprensión de textos, didáctica de la
lengua, alfabetización, producción de textos académicos, entre otras.
QV. ¿Qué problemas fundamentales
encuentra en la comunicación de temas científicos que se realiza en la prensa
escrita?
GC. He sido una observadora atenta de la divulgación
de temas científicos que se hace en la prensa de la Argentina a partir de
mediados de los años ochenta. Y debo decir que constato desde hace ya unos años
una mejora importantísima en la calidad de los textos divulgativos. Los
primeros “cables” de divulgación, que se caracterizaban por un formato
excesivamente rígido y una progresión de contenidos repetitiva y previsible, se
ven hoy felizmente superados por textos más flexibles, atractivos e
interesantes, que se acompañan con variados dispositivos visuales. En ese
sentido es claro que las distintas experiencias en la formación de periodistas
científicos realizadas en el país desde la recuperación democrática han dado
frutos importantes.
QV. Un problema generalizado, que la
divulgación científica trata de atenuar, es el desconocimiento general de la
sociedad respecto del papel que juega la ciencia. ¿Considera que esto es aún
más notorio en las ciencias sociales y las humanidades?
GC. Aquí podría remitirme a un lingüista alemán,
Harald Weinrich, que ha planteado una interesante diferencia entre las ciencias
naturales y las sociales. Según él, mientras que las ciencias naturales y
experimentales tienen un frente de investigación claro, saben perfectamente
dónde está “el enemigo” que no es otro que la ignorancia, las ciencias sociales
y humanas sufren la falta de un frente de investigación preciso. Por lo tanto,
de esta afirmación podría seguirse que los descubrimientos y avances en las
primeras son sucesos diáfanos, victorias parciales sobre la ignorancia, que en
muchas ciencias tienen consecuencias directas sobre la vida y la salud de las
personas y del planeta. Y por ende son motivo indudable de mayor difusión
periodística. Las ciencias sociales y las humanidades tienen mayores
dificultades para producir acontecimientos de estas características.
QV. Algunos consideran que, en
realidad, los medios tienen ciertos prejuicios a la hora de considerar estas
disciplinas como científicas.
GC. Puede ser, habría que indagarlo. Sin embargo,
creo que sería muy importante incorporar, en todos los casos, la mirada
científica en el tratamiento de los distintos temas periodísticos como los de
índole económica, social, política, que son parte del interés común. La ciencia
siempre tiene algo que decir sobre los distintos problemas o asuntos que el
periodista expone en la prensa general: me parece que ese es el punto, insistir
con la presencia en los medios de los temas científicos en que la investigación
científica siempre, de una u otra manera, es útil a los problemas de la
sociedad.
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Revista QuímicaViva Número 3, año 4, diciembre 2005 quimicaviva@qb.fcen.uba.ar |